
Otro aspecto extraño de las sustancias del Universo es que algunas (en ciertas circunstancias) pueden cambiar radicalmente su forma, por el ejemplo el agua al ser calentada de vuelve vapor y al enfriarse se vuelve piedra. Los Griegos usaban la palabra “cristal” para referirse al hielo, el agua tenia la extraña propiedad de cambiar a su conveniencia a líquido, gas o sólido.
El paso de los siglos y la historia a olvidado la mayoría de los pensamientos de los antiguos filósofos, pero algunas sobrevivieron a la edad media, en esa época se le decía “cristal” a cualquier objeto transparente, por ejemplo, a los enormes ventanales de colores que aún ahora adornan las catedrales. En el Renacimiento se produjo un cambio notable y también terrible en la sociedad, pero uno de los cambios positivos fue la manera en que se observa a la naturaleza, los científicos de esa época comenzaban a ver con mayor detalle al mundo que le rodeaba, por ejemplo, veían en algunas piedras (apoyados con una lupa) podían observar pequeños fragmentos de material transparente a lo que posteriormente se les llamo “cristales” minerales.
Durante mucho tiempo el estudio de los cristales minerales se redujo solamente a su clasificación, pero esto cambio de manera sorprendente cuando en 1781 René Just Haüy trabajaba en su colección de minerales y por accidente se le cayó una gran piedra de Calcita, ésta en lugar de romperse en decenas de pedazos irregulares (como ocurriría con un vidrio cualquiera) el cristal se rompió en fragmentos similares al cristal original (pero más pequeños), este fenómeno Haüy nunca lo pudo explicar, pero sus estudios sentaron las bases de lo que hoy es una disciplina moderna, la Cristalografía.
Es increíble que gracias a ese accidente y la curiosidad de un hombre, iniciaron los trabajos que en el siglo XX revelarían en complicado y profundo laberinto del mundo atómico y con el entender la conformación de nuestro planeta, el desarrollo de industrias millonarias y la evanescente pero poderosa naturaleza de la vida misma.